El Manual de Buenas prácticas ambientales para el sector del turismo en los espacios naturales de Castilla y León está organizado en varios capítulos cuyo resumen vemos a continuación:
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Los primeros parques nacionales se crearon en Estados Unidos hace 120 años. Actualmente,
los espacios naturales protegidos son el instrumento preferible para conservar la biodiversidad
y lograr un desarrollo sostenible de los territorios mejor conservados de un país.
Castilla y León, la región más extensa de España, destaca por un conjunto de paisajes muy
bien conservados, que dependen en gran medida del mantenimiento de usos tradicionales
agrícolas, ganaderos o forestales. Puede definirse a Castilla y León como una corona de cordilleras
que alberga una gran llanura, vertebrada por el río Duero, donde alternan estepas cerealistas
con páramos surcados por ríos que se encajan profundamente en algunos tramos.
La alta montaña mediterránea y atlántica coexiste y se complementa con llanuras y riberas,
lo que convierte a Castilla y León en una de las regiones europeas con mayor diversidad biológica.
De los 111 tipos de hábitats naturales contabilizados en España según la Directiva de Hábitats,
73 están en nuestra región. La elevada riqueza faunística, con 418 especies de fauna vertebrada
(63% de las presentes en España), ratifica el valor de su patrimonio natural.
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Cumplir con los objetivos por los que se declara un espacio protegido es tarea de la Consejería
de Medio Ambiente.
Además, todos los residentes de los municipios que aportan terrenos al espacio protegido
deben saber cómo se gestionan estas zonas.
Y respecto a los empresarios de turismo, los hay de dos tipos:
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Los ubicados en los entornos de los espacios protegidos, que reciben turistas motivados
por las posibilidades de descanso, disfrute y conocimiento de estos territorios.
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Los que se encuentran en las ciudades, pero se encargan de llevar turistas a los espacios
protegidos para la realización de actividades de naturaleza y turismo activo.
Todos estos empresarios tienen el deber de conocer cómo funciona un espacio protegido,
con el fin de llevar a cabo sus actividades conforme a la legislación y obtener los máximos
beneficios contribuyendo al desarrollo sostenible. |
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El turismo es un importante sector económico y un fenómeno interdependiente que asienta
directamente su desarrollo sobre el territorio y el uso de sus recursos naturales. España es uno
de los principales destinos turísticos del mundo por la atracción del producto “sol y playa”, pero
cada vez más personas realizan turismo cultural, de ciudad, rural y también de naturaleza.
El turismo consume recursos, paisaje y provoca transformaciones. España también ha sufrido
este proceso de cambio en el paisaje y las economías locales. Después de décadas de desarrollo
turístico desaforado, corren nuevos aires.
El turismo es un sector vital para la economía, y como
tal debe ser sostenible en los ámbitos ambiental, social y económico.
El turismo sostenible atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones
receptoras, al tiempo que protege y fomenta las oportunidades para el futuro. Se concibe como
una forma de gestión de todos los recursos que permita satisfacer las necesidades económicas,
sociales y estéticas, respetando la integridad cultural, la diversidad biológica y los procesos
ecológicos que hacen posible la vida. Cualquier modalidad de turismo puede ser sostenible siempre
que se planifique y desarrolle adecuadamente conforme a estos principios.
En los últimos años, diversos indicadores prueban el interés que han alcanzado los espacios
protegidos y el medio rural como destinos turísticos, desde el número de visitantes que reciben los
parques nacionales españoles, hasta las inversiones públicas dirigidas a apoyar el turismo rural.
Este apoyo se ha sustentado sobre la necesidad de diversificar el turismo español e intentar que se
desarrolle de forma sostenible para que siga siendo el principal motor de nuestra economía. |
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Las actividades de uso público y el turismo de naturaleza, por llevarse a cabo en lugares muy
conservados y frágiles frente a las actividades humanas, pueden provocar ciertos daños o
impactos ambientales sobre el medio. La importancia de estos perjuicios depende del tipo de
gestión del espacio, de las actividades recreativas que se realicen y de cómo las desarrollen
los empresarios y los turistas. Por tanto, se trata de una responsabilidad compartida entre los
gestores, los empresarios de turismo y los turistas.
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Las empresas de turismo ubicadas en los espacios protegidos o aquellas que organizan sus
actividades en estos territorios gozan de la ventaja de ofrecer un lugar muy conservado, frente
a otros destinos cuyos paisajes están más degradados.
Los turistas aprecian mucho más los espacios protegidos como lugares donde el disfrute
y el descanso están asegurados en mayor medida. Si además existe una oferta turística que
permita descubrir el enclave e interpretar el paisaje, los clientes fácilmente repetirán y
recomendarán el destino y las empresas que hayan sido capaces de proporcionarles esta
experiencia recreativa o turística.
Aún más: si se logra comunicarles que están gastando su dinero en una empresa cuyo
comportamiento ambiental es positivo y contribuye a la conservación del espacio protegido,
estaremos haciendo ya un turismo sostenible.
Los empresarios deben plantearse qué hacer para alcanzar estos objetivos. Es posible
mejorar de forma sencilla la gestión y la rentabilidad simplemente con relacionarse más con el
espacio protegido donde se ubique el negocio. Las acciones sugeridas a continuación pueden
ser adoptadas por distintos tipos de empresarios, desde los propietarios de alojamientos rurales
y restaurantes hasta las empresas de turismo activo o las agencias de viajes.
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